Hasta el más tonto entiende que una buena hipoteca es sinónimo de ahorrar dinero.
O según me gusta verlo a mi, de ganarlo.
Porque no es lo mismo terminar pagando 50.000€ de intereses que 75.000€.
Como tampoco es lo mismo pagar una cuota de 500€ que de 600€.
Ni mucho menos es lo mismo firmar una hipoteca variable conociendo qué implica realmente y lo que puede significar una subida de tipos que ser alguien que firmó en 2005 una variable al 110% para comprarse la mejor tele y los mejores muebles del momento.
No es lo mismo.
Si te fijas, en las reuniones de adultos, muchas veces sale el tema de las hipotecas.
Y aparece el juego llamado, ‘‘quien la tiene más grande’’?
Todo el mundo entra en el juego del ego y del estatus alguna vez, queramos o no.
Tener una buena hipoteca es sinónimo de ser bueno.
De ser buen inversor.
De ser buen negociador.
De tener más calidad de vida.
Y ya no hablemos de aquellos a los que conceden más de 1 hipoteca, esa especie en extinción que consigue comprar pisos con el dinero de otros.
Cuando escribía Financiación inmobiliaria: cómo conseguir la hipoteca, me acordaba de todas las veces que en reuniones sociales se han puesto a jugar al juego de quién la tiene más grande.
Hasta que se enteran de a lo que me dedico.
Y de lo que he conseguido para mi y para clientes.
Porque cuando una persona sabe de lo que habla, se nota.
Háblame del mar, marinero.
El objetivo de esta guía es muy simple:
Quiero que aprendas a negociar de verdad con un banquero.
¿Cómo pienso enseñarte?
Muy sencillo, enseñándote las respuestas antes de que lleguen las preguntas.
Para que sí sepas de lo que hablas.
Porque cuando vas con el trabajo hecho, todo sale mejor.
No te entrarán los nervios de no saber de qué te están hablando.
Parecerás (y serás) una persona en la que el banquero pueda confiar.
En definitiva, como jugar con las cartas marcadas.
Mañana retiro la guía de la venta.